“Estamos viviendo una tormenta perfecta de degradación cognitiva como resultado de ser constantemente interrumpidos”. Se trata de la crisis de la atención. El autor Johann Hari lo notó y empezó a investigar sobre uno de los males que nos afecta a todos y todas en la era de las redes sociales. ¿Cuáles son sus reflexiones tras la investigación? Sigue leyendo
Johann Hari empezó a preocuparse porque notaba que su atención estaba disminuyendo con los años: leer, ver películas y conversar realmente con alguien era algo que ya no hacía como antes.
Lo último que le pasó fue que invitó a su sobrino al santuario de Elvis Presley en Memphis, pero no consiguió que el joven se desconectara de Snapchat y de otras 6 redes sociales, dice. “Estando en la casa del rey del rock se dio cuenta de que nadie disfrutaba de la historia ni del lugar, los visitantes iban por las estancias usando sus dispositivos con realidad virtual cuando simplemente tenían las cosas delante de sus narices y podían verlas”, cuenta El Independiente.
Estaríamos hablando de una crisis mundial de la atención. “Inicialmente pensé que el principal factor sería la tecnología, pero no solo, hay otras muchas otras cosas, hasta la forma en que comemos puede ser perjudicial para nuestra atención. La forma en que trabajamos está perjudicando nuestra atención y la forma en que funcionan las escuelas de nuestros hijos está perjudicando nuestra atención. Pero lo más importante que he aprendido es que nuestra atención no se ha derrumbado. Tu atención te ha sido robada por algunas fuerzas muy grandes y poderosas. Si estás luchando para concentrarte, si tus hijos están luchando para concentrarse, no es tu culpa. Nos pasa a todos”.
¿Se puede recuperar la atención? En su búsqueda de respuestas Hari conoció a Earl Miller, profesor de Neurociencia del Instituto Massachusetts de Tecnología que le dejó muy claro hasta dónde puede llegar nuestra atención.
“El profesor me dijo, hay una cosa que tienes que tener muy clara: el cerebro humano sólo puede pensar en una cosa o dos a la vez. Nada más. Esta es una limitación que no ha cambiado significativamente en 40.000 años. No va a cambiar en ninguna escala de tiempo. Pero lo que ha ocurrido es que hemos caído en una especie de engaño masivo. El adolescente medio cree ahora que puede seguir seis o siete redes sociales al mismo tiempo, y el resto de nosotros no andamos muy lejos. Así que lo que ocurre es que científicos como el profesor Miller llevan a la gente a laboratorios y les hacen creer que están haciendo más de una cosa a la vez, los estudian y lo que descubren es siempre lo mismo: no se puede hacer más de una cosa a la vez. Lo que haces es malabares rápidamente entre tareas”, consiga el medio.
“Cuando éramos niños los jefes de nuestros padres
no les llamaban o mandaban mensajes
constantemente cuando estaban en casa”
El autor, antes de la pandemia, se aisló durante tres meses del mundo con un celular sin internet y logró recuperar su capacidad de concentración. ¿Qué pasó cuando volvió al mundo real? Fue atraído de nuevo hacia el abismo de la distracción.
Afirma, según el artículo, que ha dado con soluciones más prácticas, como bajar el nivel de ruido de su teléfono y a diario usa una cárcel para el celular. “Encierro mi móvil para poder escribir tres horas seguidas. Pero hay que ser honestos, esta no es la solución. Estoy realmente a favor de estos cambios individuales, realmente ayudarán por sí solos, pero no resolverán el problema porque no lo resolverán del todo porque esto está ocurriendo debido a estas grandes causas sistémicas”.
“En Francia investigaron por qué la mayoría de sus trabajadores estaban quemados y descubrieron que una de las razones clave era que el 40% de los trabajadores franceses sentían que nunca podían dejar de comprobar su teléfono o su correo electrónico porque su jefe podía enviarles mensajes en cualquier momento del día o de la noche. Y si no contestaban tendrían problemas. Cuando éramos niños los jefes de nuestros padres no les llamaban o mandaban mensajes constantemente cuando estaban en casa de regreso de la oficina. En Francia aprobaron para poner fin a esto la ley del derecho a desconectar”, cuenta Hari.
Según él no se trata de que todo el mundo se haga amish y abandone la tecnología, sino que hay soluciones mejores como intervenir en los modelos de negocio de las redes sociales. Pone el ejemplo de Douyin, la versión China de TikTok, que pertenece a la misma empresa, allí los padres pueden limitar el uso de la APP en sus hijos a 40 minutos diarios, una obligación que le impuso el gobierno chino.
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