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Educados, acomodados, pero sin hijos: la nueva decisión masculina

Actualizado: 22 sept

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Chile vive un retroceso sin precedentes en su tasa de natalidad. Y no se trata únicamente de mujeres que aplazan o renuncian a la maternidad: también hay hombres profesionales, económicamente estables, que podrían formar una familia pero eligen no hacerlo. Algunos toman medidas drásticas, convencidos de que la paternidad ya no es parte de sus proyectos de vida.

Francisco Rojas tiene 60 años, es empresario, es de Rancagua y vive solo. No por accidente, sino por decisión. Nunca quiso formar una familia ni ser padre. Lo pensó largamente, lo comparó con las vidas ajenas, la de sus padres, la de su hermana, la de algunos colegas, y entendió que no quería esa historia para sí. “En mi caso tampoco llegó el amor”, dice sin dramatismo. “Así que opté por hacerme la vasectomía”.


La elección no fue impulsiva. Le tomó años de reflexión. Y cuando finalmente la ejecutó, supo que era para siempre. Hoy lo dice sin titubeos: no se arrepiente. “Me operé para no tener hijos, ya que este mundo me parece muy complejo, muy duro. Para uno que ya tiene cierta edad, y sobre todo para los niños, es un lugar hostil”.


Francisco encarna a un grupo pequeño pero persistente: hombres que, con plena conciencia, deciden apartarse del mandato de la paternidad.


Francisco recuerda sus años de juventud, cuando todavía no había decidido renunciar a la paternidad. Habla de una mujer a la que imaginó como esposa, pero el plan nunca se concretó. “Tuve un amor, pero no seguimos pololeando y, bueno, no hubo matrimonio”.


No adjudica su decisión a esa ruptura. El verdadero motor, asegura, fue el miedo. Tras aquella relación, no cerró la puerta a conocer otra compañera, pero la idea de ser padre lo paralizaba. “Quise ser responsable. Si llegaba una nueva conquista, yo no iba a traer un hijo al mundo. Para ser papá hay que tener mucha paciencia, pasta de padre. Y yo, en lo personal, tenía miedo… miedo a ser papá”.


Francisco dice que el mundo no es un lugar para traer niños. Habla de la inseguridad, de la violencia, de la incertidumbre económica. Y asegura que con su decisión ganó algo que valora más que nada: tranquilidad. Hoy vive con dos perros y una rutina apacible. “Yo llego a mi casa, cierro la puerta, veo televisión, cocino para mí y mis perritos. Pero ya el hecho de salir de la casa y volver es una bendición. Imagínate lo que sería estar con la preocupación de que un hijo salió, no volvió, o se está tardando en llegar”, reflexiona.


La natalidad en descenso


Chile figura entre los países con menor tasa de natalidad del mundo: ocupa el puesto 222 de 236 en el ranking global. La tasa global de fecundidad es de 1,16 hijos por mujer, un promedio muy por debajo del necesario para el reemplazo generacional.


Durante mucho tiempo, el foco de la discusión ha estado en las mujeres: los costos del embarazo, la precariedad de la legislación en torno al pre y postnatal, la brecha salarial, la dificultad para conciliar maternidad y trabajo. Sin embargo, los hombres también empiezan a rechazar la idea de la paternidad. Las razones son múltiples: inseguridad, inestabilidad económica, el deseo de priorizar la realización personal.


Hoy las mujeres aplazan la maternidad hacia los 33 o 40 años, después de alcanzar cierta estabilidad o cumplir objetivos personales. Los hombres, por su parte, tienden a postergar la paternidad más allá de los 35. Según el último estudio del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), esa tendencia no deja de crecer.


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Según Camilo Díaz, psicólogo de la Universidad Diego Portales, la postergación de la paternidad suele estar ligada a una búsqueda de estabilidad. “Tomar una decisión tan significativa como pensar en ser padre implica un cambio radical en la vida de las personas. Y hay que situarlo en el contexto en que vivimos: un sistema neoliberal. En ese marco, se tiende a pensar que ciertos ámbitos deben estar resueltos antes de dar el paso: lo económico, lo laboral, lo de pareja. Son factores que influyen en la paternidad, pero también en quienes no tienen hijos, porque esperan esa misma estabilidad”.


El psicólogo añade que los valores sociales de hoy están orientados hacia otras formas de realización personal: experiencias de vida, logros profesionales, independencia económica, riqueza material.


Aspiraciones y paternidad


Álvaro Céspedes, un joven de 27 años de Las Condes, egresado de Ingeniería Civil, se niega a convertirse algún día en padre a pesar de haber logrado la independencia económica. “Tengo metas y sueños personales que no van compatibilizados con ser padre” dice. 


El ingeniero señala que a pesar de que él viene de una familia numerosa de siete hermanos, él está seguro de su decisión ya que afirma que los tiempos de antes cuando sus padres decidieron tener hijos, no es la realidad en la que él vive: “Mis padres tuvieron familia en un contexto totalmente distinto del que se está viviendo ahora. La economía era muy distinta, la seguridad era muy mucho mayo, ahora la violencia se está viendo todos los días, sobre todo acá en Santiago”. 


Cristián Allendes, 26 años, egresado de derecho, vive en La Reina, también se suma a la decisión de no llevar el modelo de familia tradicional ya que él considera que el tiempo es valioso y le gustaría seguir perfeccionándose en su profesión. “El tiempo que uno tiene que dedicar a los hijos es bastante y ese mismo tiempo se puede dedicar a desarrollarse profesionalmente o a estudiar”. 


Por otra parte, Andrés Salaya de 64 años (Machalí, VI Región) hace una reflexión de lo que le ha implicado llevar una vida sin el rol de ser un padre biológicamente, pero sí una figura paterna para sus sobrinos: “He vivido una vida más libre, con menos obligaciones respecto de hijos, pero me he implicado y comprometido con mis sobrinos en distintos niveles y áreas de su desarrollo. No son mis hijos, pero en numerosas ocasiones debí ocupar el rol de un padre para su beneficio directo”, relata. 


Vejez sin descendencia


Andrés hace un llamado a los jóvenes que tienen pensado ser padres “Es una responsabilidad y compromiso verdadero, si deciden ser padres en un futuro, a mediano o largo plazo. Ser padres es para siempre, no solo por un par de años o momentos, y si no hay compromiso con esa responsabilidad o, incluso, si no tienen las condiciones materiales y emocionales para asegurar el buen desarrollo del menor, tal vez sería mejor plantearse no tener hijos. Si los tienen, se la deben jugar a fondo y con disposición plena a entregar mucho compromiso y amor de verdad” relata.


Francisco asegura que no se arrepiente de su decisión y que proyecta su vejez sin ser carga de su prójimo. “Me veo no dándole problemas a nadie. Para eso tengo mi pensión, creo que con lo que tengo ahorrado puedo tener una vejez tranquila. Avanzar en la vida, y no andar transmitiendo problemas o situaciones a los demás, por el contrario, yo trato siempre de llevar una vida feliz y ayudar a los demás”, manifiesta.

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