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¿Qué tan pedropascalizados estamos?

Pedro Pascal no solo es el actor del momento, también es el rostro de una nueva forma de ser hombre: más sensible, lector, abierto a hablar de salud mental y activismo. Pero… ¿esto es realmente un cambio o solo una moda? Hablamos con un psicólogo experto y con varios chilenos de distintas edades para entender cómo están cambiando (o resistiéndose a cambiar) las masculinidades hoy. Y las respuestas son tan diversas como impactantes.


En 2024, la prestigiosa revista Men’s Health encendió una conversación que ya venía gestándose en redes sociales, en universidades, en grupos de terapia masculina y en sobremesas familiares. La portada no mostraba músculos tensos ni miradas rudas: era Pedro Pascal, el actor chileno que ha conquistado Hollywood con papeles complejos y carisma dulce. Pero más allá del estrellato, lo que destacó la revista fue su papel como símbolo de una nueva masculinidad. Una que es tierna, lectora, reflexiva y socialmente comprometida.


La publicación argumentaba que Pascal está desafiando el machismo y estableciendo un nuevo ejemplo para los hombres latinos. A algunos les pareció una afirmación exagerada. A otros, un reflejo de los tiempos que corren.


La pregunta que subyace es profunda: ¿Estamos frente a una reescritura real de la masculinidad o simplemente ante una moda pasajera? ¿Qué tan dispuesto está el hombre contemporáneo —en especial el latinoamericano— a repensarse?


Pedro Pascal fue elegido por la revista Men's Health como el nuevo hombre. La publicación destacaba en 2024 su rol en el quiebre de los estereotipos. Decía que el actor chileno es un nuevo ejemplo para los hombres latinos.
Pedro Pascal fue elegido por la revista Men's Health como el nuevo hombre. La publicación destacaba en 2024 su rol en el quiebre de los estereotipos. Decía que el actor chileno es un nuevo ejemplo para los hombres latinos.

Un nuevo guion para "ser hombre"


Pedro Uribe, psicólogo chileno, especialista en género y director del colectivo Ilusión Viril, lo plantea con claridad: “Estamos atravesando una transición en torno a las masculinidades. Hay una redefinición de lo que entendíamos por ‘ser hombre’. Los hechos históricos que hemos vivido recientemente —como el estallido social o la pandemia— han desafiado nuestra cultura, y cuando eso ocurre, también se cuestionan los significados que le damos a las cosas”.


Según Uribe, estas transformaciones no son meramente discursivas: “Hoy, la cantidad de hombres que asisten a terapia es la más alta registrada. Vemos también un aumento sostenido en las solicitudes de vasectomías. Estos son indicadores tangibles de una mayor conciencia sobre la salud mental y reproductiva”.


Pero, como todo cambio profundo, este no es lineal. Hay avances y también resistencias.


Un estudio publicado en 2023 por La Vanguardia reveló que uno de cada cinco jóvenes españoles es más machista que su propio abuelo. Este fenómeno, lejos de ser marginal, evidencia un retroceso preocupante en generaciones que se asumen “despiertas” o “progresistas”. Uribe lo explica como un efecto colateral del cambio cultural: “Cuando las estructuras tradicionales se ven amenazadas, muchas veces se produce una reacción contraria. Algunos hombres, en lugar de adaptarse, se atrincheran en formas más rígidas y agresivas del machismo. Es una forma de resistencia ante el avance de los derechos sociales”.


Este panorama muestra que el concepto de masculinidad hoy es un territorio en disputa. La figura de Pedro Pascal, con su mezcla de sensibilidad, humor y activismo, se vuelve disruptiva precisamente porque encarna lo opuesto a ese machismo reactivo. No se impone desde la fuerza, sino desde la vulnerabilidad y la empatía.


Voces desde Chile


En ausencia de Pedro Pascal, conversamos con distintos hombres chilenos para entender cómo viven ellos esta transición. Las respuestas, diversas y a veces contradictorias, ilustran el estado actual del debate.

“Yo he cambiado como hombre en los últimos años: soy más reflexivo, me he vuelto más sentimental y empático”, dice Patricio Trigo, de 68 años.


Óscar Franco, de 39 años, cuenta que creció bajo el mandato de la fortaleza: “A mí me enseñaron que ser hombre era sinónimo de no llorar, de no mostrar debilidad, pero ya no creo eso: yo soy un osito sensible”. En el otro extremo, Vicente Espinosa (33) pone en jaque incluso la necesidad de definirse en términos binarios: “No me acomoda decir que soy hombre, prefiero identificarme como persona”. Su perspectiva refleja una mirada post-identitaria, más común entre generaciones más jóvenes o en círculos queer.


Pero no todos los testimonios hablan de cambio. Rodrigo Espinoza (32) es tajante: “Los chilenos no hemos cambiado nada: entre nosotros nos tratamos con violencia o con burlas”. Alejandro Mejías (23) apela a su fe como brújula de masculinidad: “Para mí, ser hombre significa ser tal cual como Dios me creó. Él me guía y me dice el hombre que debo ser”. Claudio Sáez (36) expresa una sensación de pérdida y persecución: “Se han perdido los valores que nos enseñaron nuestros abuelos. La tenemos difícil, se nos juzga por todo”. Esta visión es común en discursos que sienten que el feminismo o los nuevos movimientos les “quitan algo”.


Por último, Rodrigo Marambio (29) comparte una historia íntima: “Mi mamá me enseñó a ser hombre y tal vez por eso soy más sensible”.


Lo que queda claro es que no hay una única respuesta. Ser hombre, hoy, es una identidad que se moldea en la fricción entre el pasado y el presente, entre la tradición y la transformación.

Los discursos conservadores suelen apelar a una idea esencialista del hombre, asociada a la fuerza, el liderazgo y la autoridad. En cambio, las nuevas miradas —como la que encarna Pedro Pascal— apuestan por una masculinidad afectiva, que se atreve a dudar, a llorar, a pedir ayuda.

El fenómeno de la “pedropascalización” no es, en sí mismo, la solución. Es apenas una figura visible que ayuda a desestigmatizar otras formas de ser hombre. Como todo símbolo pop, puede ser adoptado de forma superficial o profunda. Lo relevante es que está sirviendo de excusa para abrir conversaciones incómodas pero necesarias.


"La masculinidad no se define en una revista ni en una red social. Se construye todos los días, en las decisiones cotidianas, en los afectos, en los silencios y en las palabras", dice el experto.



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