El país de mujeres que no duermen
- Paula Lorca Torres
- hace 11 minutos
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Un nuevo estudio de Activa Research reveló que el 56% de los chilenos descansa peor que el promedio mundial. Pero para las mujeres, las noches son más largas y el sueño, un lujo cada vez más caro: entre jornadas laborales extenuantes, maternidades en solitario, ciclos hormonales ignorados y un modelo que exige sin tregua, el cuerpo pide pausa, pero la cabeza no se apaga
Son las 14:30 de la tarde y, sentada en una silla que da directo a la vereda, Gina —de estatura baja, rostro serio y unos treinta y tantos años— sostiene la mirada, pero prefiere no decir su apellido. Llegó desde Venezuela hace cinco años y desde hace tres trabaja en una confitería en la calle Covadonga, pleno centro de San Bernardo.
Gina es madre. Y lo es mientras cobra dulces, acomoda bandejas y mientras mira de reojo a su hija. La maternidad, como muchas veces pasa, le consume el día y también la noche. Dormir bien es un lujo. “No duermo bien. Me imagino que por el mismo estrés del día a día”, dice. “Yo vengo con mi hija, y aunque estoy trabajando igual me preocupo por ella: que almuerce, que no le falte nada, que llegue al colegio. Vivo con ese estrés constante”, recapitula.
Cuando el reloj marca las 19:10, Gina se alista para salir corriendo: tiene que buscar a su hija al colegio. La niña, que la espera todos los días para ir juntas a cerrar el local y volver a casa, ya forma parte de la rutina en la confitería. Pero ahí no termina la jornada. “Tengo que estar pendiente de sus tareas, la cena, todo eso del día a día”, enumera.
Si se hicieran las cuentas, como esas que ella misma hace en la confitería con las monedas en la caja, Gina duerme menos de seis horas por noche. Muy por debajo de las siete u ocho recomendadas para una mujer de su edad. Pero no es un caso aislado. En su insomnio cabe también el de muchas otras: mujeres que duermen poco porque trabajan mucho, porque crían solas, porque el cuerpo cambia y nadie lo nombra, porque el sistema no perdona.

Gina aprendió a vivir con el descanso a deuda, quedó en pausa y en su lugar se instaló esa vigilia que tantas otras comparten. El cuerpo lo resiente. Y no es metáfora: estudios comparan la falta de sueño crónica con los efectos de una intoxicación alcohólica. Pero a diferencia del alcohol, el insomnio de Gina no lo eligió nadie.
El pago en cuotas de ser mujer
Un estudio reciente sobre la calidad del sueño, elaborado por Activa Research y WIN, reveló que el 56% de los chilenos duerme significativamente peor que el promedio mundial. Pero, como suele ocurrir, las mujeres cargan con la peor parte: representan el 25% de quienes reportan un descanso deteriorado, frente al 15% de los hombres.
La privación de sueño, dicen los expertos, no es un detalle menor: afecta la concentración, ralentiza los reflejos, altera la coordinación. Médicamente, sus efectos se comparan con los de una intoxicación alcohólica. Pero aquí no hay fiesta ni celebración: solo jornadas eternas, cuerpos agotados y un sistema que exige mientras el cuerpo pide pausa.
Álvaro Jeria, psiquiatra y director médico de la Clínica de Neuromodulación, NeuroMod, señala que hay diversas hipótesis que pueden darle respuesta a este fenómeno, como el rol social y la multiplicidad de funciones de las mujeres: “Hoy día las mujeres estudian trabajan, mientras son madres, esposas e hijas. Con una demanda en el modelo imperante de vivir en Chile. Una demanda social muy fuerte”, asegura.
En ese sentido, Jeria señala que en la sala de espera de los profesionales de salud mental, es posible que hasta un 80% de los pacientes que consultan sean mujeres.u Así, la falta de sueño podría considerarse tan solo la punta del iceberg en problemáticas derivadas al bienestar emocional de ellas.
El psiquiatra explica que hasta poco antes de la adolescencia es común que las tasas de depresión o de ansiedad sean relativamente iguales entre hombres y mujeres; sin embargo, después de la adolescencia se produce un cambio donde por cada uno o dos hombres enfermos, hay de tres a cuatro mujeres.

¿Cuál es la hora ideal para dormir y llegar a un descanso idóneo? El especialista señala que la respuesta es sencilla, ya que, hay un reloj natural: El sol. Por lo que, lo óptimo sería hacer nuestro día en base al propio ciclo de este. Asimismo, en la edad adulta, según Bupa Latinoamérica, se sugiere dormir entre siete y ocho horas dependiendo de la salud mental de la persona, ya que, hay personas que para funcionar de forma productiva durante el día necesitan de al menos nueve horas de sueño.
Valentina Vallejos, de 28 años, vende bajo su toldo azul también en la calle Covadonga, y sin saberlo, comparte con Gina la falta de sueño debido a la ocupada vida laboral y los gajes del oficio de la maternidad. Empezó a trabajar hace seis años gracias a su hermana, en el lugar donde llega diariamente a las nueve de la mañana y se va a las siete de la tarde.
Es menos detallada al hablar, pero tiene un tono amable, y al igual que muchas madres, Valentina tiene que equilibrar la balanza entre su rol de mamá y los, muchas veces, desordenados ciclos del sueño: “Llego a casa, tengo que hacer las cosas, el aseo y todo eso, las cosas de mi hijo. Ahí recién me acuesto, pasada la media noche más o menos, luego me despierto a las siete”, explica.
Sin embargo, Valentina hace hincapié en que esto se vuelve más difícil en épocas de invierno debido al horario. Esto, al tener que levantarse aún más temprano para alcanzar a trabajar más tiempo, a diferencia del verano, dejando en segundo plano la construcción de una sana relación con su ciclo de sueño.
Las dificultades del invierno no se limitan únicamente a esas, el psiquiatra Álvaro Jeria explica la existencia de un cuadro denominado “trastorno afectivo estacional”, el cual afecta a las personas debido a la falta de luz durante el cambio de estación, produciendo un trastorno del ánimo que puede derivar a depresiones clínicas en el invierno.
El cese de un ciclo y el inicio de otro
El factor hormonal más intrínsecamente ligado a las cuotas que se pagan por ser mujer tampoco es un caso aislado en esta problemática.
Aun con clientela esperándola, María Tiznado, quien ha trabajado de comerciante toda la vida, cuenta cómo llegó a vender en esta avenida tras haber sido ambulante en el pasado: “Arrancando de los carabineros”, recuerda. Puntualmente, a las nueve de la mañana está lista para vender. Su mayor motivación para trabajar son sus hijos de nueve y 21 años.
María confiesa que recientemente no concilia el sueño por motivos distintos a la maternidad o el trabajo, relacionados directamente a algo natural e involuntario de la naturaleza humana: La menopausia.
Admite no dormir muy bien debido a esto, volviéndose una dificultad más allá de su ajetreada vida laboral: “Tengo un desorden para dormir porque despierto con calor, me llegó la menopausia, así que es totalmente complejo para una mujer, porque despiertas acalorada y con sudor como cuatro o cinco veces para ir al baño”, expresa, “en definitiva, no duermes de largo, eso pasa a todas las mujeres yo creo”.
El psiquiatra Álvaro Jeria explica que los desafíos de los vaivenes del ciclo hormonal en las mujeres son factores determinantes en su salud mental, y por ende, en su sueño: “Las mujeres tienen el milagro de la vida, pero va de la mano de un montón de desafíos y uno es el desafío hormonal”.
Gina, tras hacer malabares entre preparar a su hija para el colegio en el trabajo, ir a dejarla, trabajar, ir a buscarla y realizar las labores del hogar se enfrenta cara a cara con la noche, donde se supone, debiera haber un tiempo de sueño reparador, cosa que no sucede: “Cuando llega la hora de acostarme, como que mi mente y mi cuerpo están ya colapsados, y creo que es eso lo que no permite que el descanso”.
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